Alina Neyman fue una de las primeras mujeres docentes en la Escuela Provincial de Bellas Artes. Su producción sigue intereses personales sin más ambición que la pintura; el silencio de sus paisajes urbanos se actualizó con la pandemia, anticipándose a la ambigüedad intrínseca de las ciudades vacías. Su búsqueda abstracta recorre la ciudad que habita, casi imperceptiblemente registra las líneas que configuran su horizonte circundante: el centro colonial de Salta visto desde los patios traseros, los edificios coloniales pintados desde los estacionamientos, aparecen signos de la incipiente urbanidad.
Neyman es el eslabón que nos permite conectar la pintura del grupo Tartagal (conformado por Chale, Carybé, Brie y Preti en la década del ´40) realizadas en las comunidades del norte con el proceso de urbanización en la capital. La señalética, en primer plano descoloca, la abstracción de su pintura casi como excusa toma ciertos rasgos figurativos como para no perderse del todo en la formalidad de la línea y los planos. La temporalidad de los signos gráficos nos sitúan, cuesta pensar su pintura sin la desolación de la pandemia.
